Muchos aplausos, pero la sanidad pública está a punto de estallar, mientras el negocio privado engorda cada día más
Después del verano las cosas están peor que antes. Los aplausos y las declaraciones de los gobiernos de apoyo a la sanidad pública eran una hipócrita farsa para seguir alimentando el negocio de los seguros y la sanidad privada.
Las carencias en los centros de salud y hospitales públicos son cada día mayores. Falta personal médico y de enfermería, de salud mental y otras especialidades, de fisioterapia, etc. El resultado son demoras enormes para las citas en atención primaria, un personal exhausto y largas listas de espera para intervenciones quirúrgicas y primeras consultas.
Las personas enfermas cuando necesitan atención sanitaria tienen que llamar a un teléfono que, en ocasiones, no responde y obliga a llamar múltiples veces. Y mucha buena gente aguanta en casa dolores musculares que luego son infartos, vértigos periféricos que son ictus o dolores varios que finalmente son tumores avanzados.
Esta situación explosiva es el resultado de la ausencia de planificación de la formación de profesionales, la falta clamorosa de recursos, el cierre de salas enteras de hospitales y, en general, de una gestión vergonzosa por parte del gobierno central y de las Comunidades Autónomas de la pandemia por Covid 19.
El resultado, como hemos visto, es un crimen que se ha llevado –y se sigue llevando- muchas vidas. Ha habido y sigue habiendo miles de muertes que no tenían que haberse producido.
Y no es sólo por desidia. De todo este desastre se benefician las aseguradoras médicas, las clínicas privadas con las que se han disparado los conciertos para “disminuir listas de espera” que se fabrican por la falta de recursos públicos, la privatización de las pruebas del Covid, de los rastreadores, de los nuevos hospitales de emergencia construidos con fondos públicos, etc.
En tiempos en los que se cuentan por millones la gente que pierde su trabajo, aumentan los desahucios, y el hambre se extiende en los barrios obreros.
Está claro que todo este escandaloso negocio a costa de nuestras vidas seguirá si no lo paramos. Hay que derogar las normativas que permiten la entrada del lucro en Sanidad: la Ley 15/97 y el artículo 90 de la Ley General de Sanidad.
Es preciso reforzar la Atención Primaria, con medios humanos y organizativos que pongan el foco en la Salud Pública, la Atención Comunitaria y los factores sociales de la enfermedad. Hay que abrir las camas cerradas en los hospitales públicos, echar a las empresas privadas de la sanidad y acabar con el lucro privado.
Necesitamos un sistema exclusivamente público, planificado en función de las necesidades de salud y con recursos suficientes, para todas las personas que aquí habitan, y con gestión democrática y transparente.
Nos va la vida en ello y no lo tendremos sino somos los suficientemente fuertes para echar a tanto ladrón y poner en el centro del sistema las necesidades del pueblo.
Retomamos las asambleas de los lunes a las 20 horas en el camino para preparar una gran movilización en todos los puntos del Estado donde sea posible el sábado 17 de octubre.
¡¡Nunca más muertes evitables!!