Los redactores de La Huelga invitamos a colaborar a todos los trabajadores y parados que piensen que esta publicación es de algún interés. Estamos abiertos a recibir y publicar todo tipo de informes y noticas sobre las condiciones de trabajo en las empresas y las luchas locales, así como a enviar ejemplares del boletín a quien lo solicite a nivel individual o para su distribución en las empresas, sindicatos y barrios. Para todo esto y cualquier otra cosa, los interesados pueden escribirnos a la dirección: boletinlahuelga@proton.me.
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Editorial:
POR EL RETORNO DE LA LUCHA EN LOS CENTROS DE TRABAJO
El editorial con el que comenzamos el primer número de este boletín es al mismo tiempo una presentación y un llamamiento. La Huelga nace con la ambición de ser una voz obrera, un amplificador para las luchas de los trabajadores, un centro de información, enlace y encuentro entre militantes proletarios y activistas sindicales y un medio de difusión de aquellos valores y principios que en el pasado nos dieron fuerza y capacidad para oponernos, como clase, a las decisiones de los empresarios, mejorar nuestras condiciones de vida y desafiar el destino que el capitalismo nos reserva en este mundo, hecho a su medida mercantil. Retomar esta olvidada tradición de lucha, para nosotros, es condición necesaria para la reconstrucción de un movimiento obrero independiente e intransigente en la defensa de sus intereses.
Ya pasaron las décadas en que la economía capitalista podía proporcionar un espejismo de bienestar y cumplir hasta cierto punto sus promesas de ascenso social, aunque fuese tan solo en determinados países y entre ciertos sectores de nuestra clase. Permanecen aún, en buena parte, esa ilusión de promoción social y esos sueños, ahora sin cumplir, de solución pacífica a la situación cada vez peor en la que vivimos. El tiempo, ayudado por el progresivo deterioro de las condiciones de vida y la actividad de los núcleos obreros más decididos, terminará llevándoselos por delante. Lo que sí ha desaparecido, lo que este periodo se ha llevado por delante sin dejar rastro, ha sido ese vínculo asociativo a través del cual las enseñanzas y experiencias de las luchas pasadas eran transmitidas de una generación a otra de obreros. Y para llenar este vacío, el tiempo y la miseria creciente sirven de poco, y lo que cuenta es principalmente el empuje y la dedicación de los militantes proletarios.
Para nosotros, una organización no es de clase por el hecho de estar formada por trabajadores, sino por promover y articular todo un conjunto de valores, principios y métodos clasistas, los cuales nos permiten defender nuestros intereses con intransigencia y cierta eficacia y reflejan nuestra comprensión del mundo y del papel que jugamos en el engranaje de la economía capitalista. Ahí reside lo que llamamos el contenido de clase de una organización o una lucha obrera, por encima de su aspecto formal. ¿En qué consiste exactamente este contenido? Como hemos dicho, este boletín se publica precisamente para explicarlo y difundirlo. En esta breve presentación podemos intentar resumirlo en unas fórmulas conocidas:
1) Somos los trabajadores, con nuestra faena diaria, los que movemos el mundo, la economía, y producimos la riqueza de la sociedad en forma de mercancías y servicios. Dicha riqueza termina repartiéndose entre las distintas clases: a los capitalistas va a parar la ganancia o plusvalía, y a los asalariados, el salario en forma de sueldo o subsidio por desempleo.
2) Mientras los capitalistas y toda su cohorte de ratas viven a costa de nuestro trabajo, lo que recibimos los asalariados a cambio es cada día más insuficiente, y una masa cada vez mayor de obreros nos vemos arrastrados a la miseria. Dada esta disparidad de intereses y condiciones de vida, podemos decir que la clase patronal y la clase obrera no tienen nada en común.
3) Este conflicto de intereses tiende a fomentar el asociacionismo entre los trabajadores y a avivar la lucha en defensa de nuestras condiciones de existencia. Dicho conflicto y dicha lucha entre obreros y patronos, que se va convirtiendo en lucha de clases a medida que se amplía y generaliza, solo puede desaparecer con la abolición del trabajo asalariado, de la explotación de una clase por otra y, por tanto, de las propias clases sociales, a escala mundial.
4) Como la clase capitalista y sus clases subalternas tienen todo el interés en mantener al proletariado sometido y explotado, la emancipación de los trabajadores solo puede ser obra de los trabajadores mismos, retomando el lema de la A.I.T. Los obreros, por tanto, necesitamos organizarnos con independencia frente a otras clases, al margen de toda influencia, subvención, mediación e incluso contacto con las fuerzas políticas burguesas y el Estado capitalista. Nuestra lucha, pues, debe consistir en una acción de clase en primera persona, con medios y métodos propios, sin delegar en organismos ajenos ni en las instituciones de la clase explotadora, con la mayor implicación posible de los trabajadores en la toma y ejecución de las decisiones.
5) Para poder defender nuestras condiciones de vida en el régimen capitalista con ciertas garantías, no digamos ya para mandar a la prehistoria el trabajo asalariado, los proletarios necesitamos la máxima unidad y extensión organizativa posible, pasando por encima de todas las diferencias de raza, género, nación, religión, ideología o militancia política, tipo de contrato, etc. Los proletarios, pues, tenemos todo el interés en unir a todos los sectores de nuestra clase en una lucha única, que acabe con la competencia que la burguesía azuza entre nosotros y que es su principal arma para controlar a la fuerza de trabajo.
6) El respeto a la ley y el empleo de la violencia por parte de los trabajadores depende de las necesidades de la propia lucha, sobre todo en una época como la actual, en la que la burguesía ha logrado encorsetar los conflictos entre capital y trabajo dentro de los estrechos márgenes permitidos por el derecho burgués, lo que muchas veces garantiza la ineficacia de toda lucha que se obstine en permanecer dentro de los marcos legales.
Podríamos extendernos un poco más, aumentar la lista, analizar más en detalle estos principios generales y ver incluso cómo se reflejan y cómo influyen en los métodos, las reivindicaciones y las consignas de lucha. Para una presentación breve como esta, no obstante, lo fundamental queda dicho. Se trata de unas premisas lo suficientemente concretas como para delimitar un movimiento y una acción de clase que rechaza todo colaboracionismo y abraza la perspectiva de la lucha de clases, y lo suficientemente generales como para ser asumidas y aceptadas por trabajadores de cualquier tendencia política. Y aquí es donde comienza nuestro llamamiento a todos los proletarios militantes y activistas sindicales que se vean reflejados en estos principios, quienes hoy probablemente se encuentren aislados en sus localidades, en sus centros de trabajo, e incluso en sus sindicatos.
Para defender esta corriente o tradición de lucha en el seno de un movimiento obrero hoy esquelético, para dar hálito de vida a este cuerpo enfermo y que vuelva a ser capaz de andar por sí mismo, para que los obreros tengamos una voz, aunque sea débil, cuando la burguesía nos arrastre al campo de batalla a matar a otros como nosotros, como ya nos anuncian, es necesario formar una red solidaria de militantes en todo el territorio. Somos conscientes de que cosechar frutos requiere tiempo, pero en todo caso el movimiento se demuestra andando. Por eso invitamos y animamos a todos aquellos que se sientan apelados por estos párrafos a que entren en contacto con la redacción de este boletín y se impliquen en La Huelga con el nivel de compromiso que consideren oportuno: uniéndose a la redacción, distribuyendo el boletín en su localidad o centro de trabajo, enviándonos información sobre la realidad de su trabajo, o de la forma que consideren oportuna.
Nos mueve el mismo espíritu integrador que en el pasado ánimo a algunas de las más potentes organizaciones sindicales y proletarias: la reagrupación y organización del proletariado con las miras puestas en la defensa de nuestras condiciones de existencia, a nivel inmediato, y en la abolición del trabajo asalariado en cuanto sea posible y seamos capaces.