El sábado, cuando la manifestación convocada por los sindicatos llegaba a las puertas de Lactalis, había cinco camiones dentro de la fábrica. Muchos para un sábado. El lunes a las 15 horas descargó la última cuba. Y anoche, en el último turno, se cerró la producción. Aún habrá quien vaya a trabajar hasta el viernes, día en que expira el plazo impuesto por Lactalis para clausurar la planta.
A partir de ese momento tan solo unos pocos operarios acudirán a la planta para vaciar los almacenes, para lo que se ha dado un plazo aproximado de un mes. A partir de ahí, los necesarios para desmantelar aquellas partes que se vayan a trasladar a otras plantas y aún permanezcan en la sede de la avenida de Palencia. Y es que algunos trabajadores, de hecho, ya se encuentran en pleno traslado a sus nuevos puestos en Granada o Peñafiel, mientras que otros disfrutan de las vacaciones pendientes y el resto remata la producción que falta antes del cierre definitivo de la fábrica.
A Lauki le quedan apenas 72 horas para pasar a ser historia en Valladolid. El plazo para vender la planta se intentará prolongar más allá para intentar que, como explicó la consejera de Agricultura, Milagros Marcos, «se mantenga la actividad industrial en la ciudad». Algo que parece complicado por las reticencias de la multinacional Lactalis a vender. A falta de una lucha directa, todas las expectativas de lxs trabajadores pasan por la venta de la factoría a una empresa ajena al sector lácteo, pero incluso a esto se opone Lactalis que como en otros muchos casos tiene una política de tierra quemada frente a sus competidores.